Bailongo o el Apañón
(Es largo, pero esto había que contarlo tooooooooooooooooooooodo)
Sopas, que tocaban el Gran Silencio, Panteón Rococó y Maldita Vecindad. Yo no iba a ir, porque acababa de ver a Maldita Vecindad y Panteón Rococó, pero por $ 150 varos (Toño y Emmanuel me dijeron que estaba en 150), pues como que no le hice el feo.
Compré mi boleto creo que un sábado (podría verlo en mi archivo de gastos, pero dejémoslo en la incertidumbre). Otro pedo, ya me veía ahí.
La Cita
La cita era a las 3 de la tarde del sábado 23 de mayo, antesala al Día. Todo listo, llegamos a las 15:45. Fila y larga. Aún no abrían. Pasé a comprar golosinas para que no nos fuera a dar hambre. Llegaron Emmanuel y Toño. Empezaron a dejar pasar. Nos formamos. Toño vendió su boleto y se fue a una boda.
Entramos a una explanada. La única sombra que había era la que proyectaba el establecimiento de carros de al lado y, por otro lado, la de una palmera. Había gente en fila recibiendo la sombra de la palmera. Bastante curioso. El piso era de tierra con grava encima, hubiera sido muy amable poner pastito. Nos sentamos.
Los baños estaban medio mal ubicados, pero estaban limpios. No mucho después fui a verlos.
Ruido Norte
De repente empezó Ruido Norte, ya como a las 5, creo que rascando las 6. Como que son medio conocidos acá. Había banda que se sabía las canciones. Son buenos, pero son una banda más de ska, a mi gusto, que no es el más educado. Divertido.
Terminó Ruido Norte y hubo un receso. En ese momento busqué a Adri y Duarte. Fui a saludarlas. Me dijeron que dos hermanos de Emilia tocaban en la siguiente banda. Volviendo con Pato y Emmanuel, vi a Emilia y Esteban. Saludo, plática.
Hermanos Caballero
Empezó HC. La primera canción se me hizo muy chida, lo mismo que las últimas dos. Las de en medio se me hicieron como de cumbia kings y Big Boy. No lo más cercano a mi gusto, pero supongo que simpático.
El Gran Silencio
Volví con Adri y Duarte en el receso, y cuando volvía con Emmanuel y el Pato, que aún no se habían querido acercar a la turba, noté que tenía sed. El Pato quería una cerveza. Compré mi agua y, cuando iba a emparejarme con el pato para acompañarlo en la fila, empezó el gran silencio. No recuerdo con qué canción empezaron, probablemente no la conocía, ni con cual siguieron, pero se armó el slam. Slam amigable, nadie entraba tirando patadas, sólo eran los empujones, producto de los brincos. Todo en orden.
Para cuando empezó el gran silencio, la explanada desplegó sus encantos sin reparos: los brincos de la gente empezaron a levantar una polvareda que de repente era insoportable, había que cubrirse las vías respiratorias para estar ahí. Vi que alguien señaló las piernas del Pato, que llevaba bermudas: estaban blancas del polvo. Recordé de nuevo la gracia de la grama. No había mucho espacio para quejas, el desmadre estaba chido, los brincos, "El Chúntaro style", los gritos, la banda tocando, los cargados... Esteban amagó con cargarme y yo de buena gana acepté que lo hiciera. La gente me cargó, no más de 10 segundos. Divertidísimo.
Caí de pie y completito del otro lado de la valla. Alcé las manos para que el de seguridad no fuera a llegar a ayudarme con la delicadeza que los distingue. En un lapso como de 5 segundos o menos, esperé que llegara alguien a llevarme de nuevo a la turba. Error. Llegó un tapón de alberca (un tipo chaparro y choncho, moreno) y me agarró por la espalda, con su antebrazo en mi cuello. Por su corta estatura (por la que seguramente no entró a la milicia y tuvo que dedicarse a otra cosa, dice el ardido ahora que lo escribe), me encorvó hacia atrás. Yo le sacaba plática, pero no, el tipo sentía que había agarrado al Chapo y podía extorsionarlo y ensuciar su historial o no sé. Me llevó a un lado, pensé que me soltarían ahí. Ahí era la salida de vuelta a la turba. Error. El que parecía su superior preguntó por radio a alguien qué hacer conmigo, él tampoco tenía idea de lo que procedía. Le dijo que me sacara. En ese momento ya no me agradó. El taponcito me llevó al otro lado, a una puerta, le dijeron que estaba cerrada, a otra, me sacaron a mí y a otro vato (que se llamaba Francisco Peña, según oí cuando lo registraron, justo antes que a mí).
El Apañón
El taponcito nos entregó al "honorable" cuerpo de policía municipal de Monterrey. Entre que me agarraron y me esposaron:
- Órale, por andar peleando.
- Pero no estaba peleando.
- Cómo no, por broncudo.
- No estaba peleando.
- ¿Cómo no?
- En serio que no.
- Cállate
Nos pusieron de manos a la pared y empezaron a catearnos, ya para entonces había otros dos incautos, Luis y un vato que se llamaba, creo, Laphael (oí que le deletreó el nombre al policía).
- ¿A qué te dedicas?
- Soy desarrollador... bueno, ingenieron en sistemas, pues.
- ¿traes armas?
- no
- No voltees. ¿tomaste algo?
- Nada, agua
Me golpeó en la espalda, cerca del riñón derecho.
- ¡Que no voltees!
Me cateó los bolsillos, las espinillas, etc. Regresó a los bolsillos
-¿Es todo lo que traes?
-Sí
-¿Es todo?
-Sí
Guardó mis ciento cincuenta pesos el ladronzuelo, un chómpiras con autoridad, pobres de nosotros con esa policía. Se cayó mi credencial dorada, la pisé para que no fuera a querer extorsionarme o publicarme en algún periódico o alguna madre así. Terminó el cateo. Nos empezaron a acarrear. Los cuatro que íbamos íbamos por lo mismo y diciendo qué había pasado.
-¡no me llames güey!
-Bueno, Oficial...bla bla bla
Les importaba poco. Nos subieron a la camioneta. Recuerdo a tres y a uno poco. Dos pedantísimos, infladísimos por la autoridad que su placa les da. Uno incluso amagó con desenfundar su pistola. Jodidos. Los otros dos, discretos y hasta amables. Asumo que serían subordinados. Preguntaban por nuestra causa y a quiénes habíamos ido a ver.
Ahí en la camioneta vimos a una señora que, a modo de protesta al ruido, había atravesado su carro en una avenida de cuatro carriles. Por ejemplo, ahí les tembló el asteroide para hacer algo en su contra.
Desde que empezó el cateo hasta que terminó la noche, me resonó "Apañón" de Maldita Vecindad, y no dejé de pensar en lo curioso que era que me hubiera tocado justo un día que iba a ver a tal banda otra vez. Eso y "en lugar de andar queriendo pescar banda en un concierto, deberían andar vigilando donde realmente hay asaltos, ahí no meten las manos." "¿será que les den comisión por llevar gente? (además de lo que de por sí roban a los levantados)"
Trepados
En la camioneta nos tocó escuchar "Duerme Soñando". En la camioneta nos tocó que se pusieran pedantes con los celulares. No mucho después subieron a otro incauto, un tal Jaziel. "No hablen por teléfono" (en una de esas fue que el estúpido amagó con sacar la pistola). Decidí sólo mandar mensajes. Uno a Arellano, uno a Emmanuel Benavides y uno a Cristhian Narváez. Nos dijeron que nos llevarían a ¿Alamei? Nombre que asumo que uno de mis acompañantes, hasta la fecha, no conoce, pues lo preguntó como cinco veces. Él sí iba medio borracho, los demás íbamos en cinco sentidos. Jaziel incluso "acababa de llegar", según dijo.
En la camioneta, tratando de platicar con el tarado cabezadura de pelos necios, infladísimo, la banda preguntó que por qué nos llevaban, que no era justo, le dijimos qué había pasado, le dimos razones, pero volvemos a que a él le valía gorro. "Por mis huevos los llevamos", "ya cállense. Miren, la verdad es que no sé. Es una falta administrativa". Esto después de callar a la gente y amagar con desenfundar la pistola. Cuando amagó con la pistola (no recuerdo si sí la sacó y apuntó o sólo amagó con sacarla, que se me hace irreal, porque eso no lo hubiéramos visto), fue cuando pensé en lo jodido que estaba nuestro cuerpo de policías como para que un pedante ignorante así decidiera sacar la pistola sólo para intimidarnos. En la camioneta también nos tocó oir "círculo de amor".
Finalmente arrancó la camioneta. La banda que me acompañaba no quería decir su nombre, asumo que andaban muy enojados. Yo como que ya quería distraerme, pese a la frustración y el coraje. Me llamaron Adri y Emmanuel Aquino, no les contesté. Ahora creo que por educación debí mandarles un mensaje a ellos. En ese momento pensé "No creo que se den cuenta entre el ruido y los empujones, y además, creo que les jodería el concierto". Mi razonamiento fue: "alguien que esté fuera y que a huevo se de cuenta de que su celular sona o vibra" o está haciendo un holograma de la Virgencita de Guadalupe o lo que sea que haga.
Me contestaron los tres. No recuerdo si a los tres les mandé el siguiente o sólo a Narváez. Recuerdo que al final sólo a él le di la dirección precisa, creo que tras un "vamos para allá".
El Camino
Del camino, sólo puedo destacar que Carlos Guerra, el copiloto, que sí platicó con nosotros un rato, y parecía más amable, hizo alguna broma sobre que cuando vean policías "corran, ya es más peligroso que ver un ladrón". Un humor medio negro, sobre todo viniendo de un policía. Camino largo.
El Alamei
Finalmente llegamos. Bajamos. Ahí estaba de nuevo el ladronzuelo él y uno de sus compañeros, uno de los amables, llenarían nuestras formas de ingreso a ese lugar donde la tecnología de los últimos 15 años no parece haber llegado. Entré en tercer lugar, de cinco, y noté que una chica gorda, que no se veía en sus cinco sentidos y tampoco absolutamente nada elegante, hizo gesto aprobatorio a la entrada del que entró antes que yo, que creo que fue Francisco, uno aprobatorio a mi entrada, uno aprobatorio a Luis y uno desaprobatorio a la entrada de Jaziel. Me pareció chistosón.
[Actualización]
No recordaba que cuando andaban llenando nuestros formularios, noté que el que me robó mi dinero tenía un hoyo en su short. Pensé que sería muy chistoso decirle que se comprara un short con los $150.00 que me había bajado y sonreí. "Pobrecito", ojalá le hayan servido para comprarse un short, "o para metérselos por...".
[/Actualización]
Cuando estaban registrando al Laphael, sus conocidos (les había hablado en la camioneta, pidiéndonos que hiciéramos ruido para que los polis no se dieran cuenta), habían hecho una llamada y lo sacaron. No pisó el bote. Le dije que se pusiera la del Puebla, aún a sabiendas de que no lo haría. La mayoría sólo ven por su bien, e incluso no creen que alguien en su misma situación pueda querer ayudarlos un poco al menos.
Nos registraron. entregamos nuestras pertenencias. El encargado anotó la marca de mi celular y yo le pregunté si no era necesario el modelo, de malas me dijo "¿tú me vas a venir a decir cómo hacerlo?"
Adentro
Pasamos a una revisión. Individualmente pasábamos a un cuartito y revisaban que no trajéramos armas. Sí, en boxer y peor, pero ahí lo dejaré. No, no taaaaaaan peor, no exageréis. Sentadilla. "Mientras más rápido mejor.", pensé. Vámonos, siguiente.
Justo antes de mí en la revisión había un tipo ahogadísimo de borracho. Bastante chistoso que haya tenido la desfachatez de decir al médico que no había tomado nada, cuando apenas podía estar en pie. Cuando le pidieron que soplara el alcoholímetro se hizo el desentendido. Se lo pusieron medio a la fuerza pero lo escupió dos veces. Tras la segunda el médico, riéndose, dijo que se lo llevaran.
El médico bromeó conmigo, me preguntó qué había pasado, preguntó por golpes o heridas, me pidió que me levantara la camisa para ver. Le dije que el policía me había golpeado en el riñón derecho. "Date la vuelta"... "¿Algún pellizco de jotito? , ¿nada?" Me dio mucha risa que se burlara de que le hubiera dicho del golpe. Un policía me dijo que en unos años ya me tocaba el examen de próstata, y le dije que "no gracias", entre risas.
"Ahí van otros Veinticuatros, para la ocho". Entramos a la celda ocho los cuatro. Nos sentamos. Celda de borrachitos, y un vato que habían metido por algún lío laboral, lo habían apodado "el Chino" (cabello chino). La mayoría estaban dormidos. Un don me dijo que a él lo habían levantado sólo porque sí. Me pareció medio irreal, pero luego un taxista me dijo (en una plática completamente ajena a esos menesteres) que eso pasaba. El borrachito decidió apodarme "El Chino Dos", por el cabello. No mucho después me llamaron a una entrevista.
Entrevista con Narváez
En resumidas cuentas:
-¿Por qué te trajeron?
-Bla bla bla (lo que ya conté)
-Jajaja, bueno, ¿y ahora qué hago?
-mmmm, no sé, pensé que habrías preguntado.
-No.
(risas de ambos)
-Disculpe (a la encargada), ¿qué procede para que me saquen?
Nos explicó.
-Bueno, ya viste.
-Sí.
-Mmmmm. ¿Y tú qué pedo?, ¿qué hiciste hoy? Digo, ps ya está la entrevista, no sé cuánto dure, pero ps hay que usar el tiempo que proveen.
-bla bla bla (pendejadas)
-bla bla bla (pendejadas)
-Ah, oye, anota este número y llama y di que Francisco Javier está en el bote, y les explicas. Le dije al vato que llamaría a su casa.
-Sale pues. Voy a ver el trámite.
-Ora.
De vuelta a la celda. Por cierto, uno de los oficiales de ahí se apellida Castillo, creo que era Andrés. Un tipazo.
No pasó mucho más, sólo destacaría los dos que llegaron muy machitos que sí me hicieron pujar porque andaban diciendo que había que amotinarnos y bla bla bla. Nadie los fumó. Uno de ellos era pelón. Al pelón, que estaba renegando y gritando, lo calmaron a gritos. El otro se calmó solo al ver que nadie le hizo segunda con su motín. A cada rato llegaba gente. Yo asumí que porque era sábado. Unos sólo llegaban y se acostaban a dormir. La celda, por cierto, no estaba sucia. Hasta estaba decente. Después de un rato llegó otro vato medio renegón, y el que se había querido amotinar se paró a "defenderlo" y creo que a querer ver si podía fugarse. Quién sabe. Se llevaron a los dos. Asumimos que golpearon al que quiso amotinarse. Eso bastó para que el otro se calmara. Al "Flaco" lo llevaron a la otra celda, y aún golpeado, le renegó al policía algo.
La Espera
"Rodrigo Morales". "A huevo", pregunté el teléfono de alguien más. Por demorarme no quisieron abrirme.
Otro rato. Largo. "Rodrigo Morales" Misma situación, en lo que confirmé el teléfono de Jaziel, ya se hicieron pendejos cuando les pregunté "¿dijeron Rodrigo Morales?" "No, no, para nada".
"Es que así son, debes estar atento, porque si no brincas, ya no te dejan salir", [El Borrachito]
"Tú te ves decente, ¿por qué paraste acá? Se ve que tú eres un tipo sano, no te juntes con mala gente" [Un borracho que se ve que estaba por peleonero]
Cambio de celda. Otro rato. Anduve entretenido escuchando al borrachito y viendo como Luis se burlaba de él diciéndole "no, no semos" (como el sicario de Montemorelos). Hasta que llegó el punto en que el Borrachito le decía "hazle" y el otro lo hacía ya medio castrado, pero como para que no se fuera a enojar o fuera a haber problema.
"Rodrigo Morales" Brinqué. "Chino, nos vemos" (el borrachito), "Fíjate si ves un vocho blanco con rayas rojas cuando salgas" (el señor que levantaron porque sí). Pasé por mis cosas.
Vámonos
Hice una fila de uno al recoger mis cosas, un vato de San Pedro, según oí. El encargado se volvió un tipo servil cuando lo atendió. De hecho, le había tocado celda para él solo, y decía el borrachito que a esa banda le dan comida. Cosas de la vida:
-¿Y vive en San Pedro usted?
-Sí, sí, ahí tiene usted su casa.
-Noooo, ni tiempo tengo, pero gracias, muchas gracias.
Cerdo. A mí ni "de nada" me dijo el ojete cuando le agradecí por darme mis cosas. Me despedí de Andrés Castillo (si es que se llamaba así) y me dijo que cuando se me ofreciera, sin el servilismo del otro. Creo que eso lo noté porque el otro había sido un pedante con todos los que había visto, excepto con este muchacho.
Salí. Afuera estaba Narváez. Pensé en pagarle en seguida el costo de la multa, pero decidí hacerlo después de llamar a la familia de Jaziel. Salí del recinto.
Afuera estaban Adri, Duarte, Esteban y Emilia, los saludé, y llamé a la familia de Jaziel, les expliqué cómo había estado el asunto. "Ah, bueno, gracias." No sé si me hayan creído. Espero que sí. Me despedí de la banda. Estaban a lo lejos Zitlali, Ricardo y Chucho. Narváez me apresuró porque me dijo que llevaban un ratote allá esperando. Nos fuimos.
Camino largo. No volví a ponerme los tenis negros sino hasta hace poco. Todo un ritual ponerles las agujetas, lo mismo que quitárselas, ritual inoportuno cuando uno va a entrar a los separos. Llegué a mi casa, tonteé un rato y me dormí.
Al día siguiente, carne asada con la Familia Schivre. Le pagué a Narváez los quinientos pesos de la multa. Sí, de 150 que iba a costarme, el chistecito me salió en 800 (sin contar el transporte).
Apañón
Es muy cierto que la letra no es una descripción precisa de la situación, pero la idea es la misma: los policías abusan de su poca autoridad.
¿Cuánto tiempo estuve?
Pues todo el teatrito duró como 3 horas. A las 12 yo estaba subiéndome al carro de Ricardo. Debo haber estado encerrado unas dos. Creo que parte de la tortura es no poner un reloj para que uno sepa cuánto tiempo lleva.
El Regalo de Cumpleaños
Como bien han de saber, cumplí años el lunes que siguió a ese:
"Qué mejor regalo que la libertad", atinada y ácidamente me dijo Emmanuel Benavides.
Ja.
Sopas, que tocaban el Gran Silencio, Panteón Rococó y Maldita Vecindad. Yo no iba a ir, porque acababa de ver a Maldita Vecindad y Panteón Rococó, pero por $ 150 varos (Toño y Emmanuel me dijeron que estaba en 150), pues como que no le hice el feo.
Compré mi boleto creo que un sábado (podría verlo en mi archivo de gastos, pero dejémoslo en la incertidumbre). Otro pedo, ya me veía ahí.
La Cita
La cita era a las 3 de la tarde del sábado 23 de mayo, antesala al Día. Todo listo, llegamos a las 15:45. Fila y larga. Aún no abrían. Pasé a comprar golosinas para que no nos fuera a dar hambre. Llegaron Emmanuel y Toño. Empezaron a dejar pasar. Nos formamos. Toño vendió su boleto y se fue a una boda.
Entramos a una explanada. La única sombra que había era la que proyectaba el establecimiento de carros de al lado y, por otro lado, la de una palmera. Había gente en fila recibiendo la sombra de la palmera. Bastante curioso. El piso era de tierra con grava encima, hubiera sido muy amable poner pastito. Nos sentamos.
Los baños estaban medio mal ubicados, pero estaban limpios. No mucho después fui a verlos.
Ruido Norte
De repente empezó Ruido Norte, ya como a las 5, creo que rascando las 6. Como que son medio conocidos acá. Había banda que se sabía las canciones. Son buenos, pero son una banda más de ska, a mi gusto, que no es el más educado. Divertido.
Terminó Ruido Norte y hubo un receso. En ese momento busqué a Adri y Duarte. Fui a saludarlas. Me dijeron que dos hermanos de Emilia tocaban en la siguiente banda. Volviendo con Pato y Emmanuel, vi a Emilia y Esteban. Saludo, plática.
Hermanos Caballero
Empezó HC. La primera canción se me hizo muy chida, lo mismo que las últimas dos. Las de en medio se me hicieron como de cumbia kings y Big Boy. No lo más cercano a mi gusto, pero supongo que simpático.
El Gran Silencio
Volví con Adri y Duarte en el receso, y cuando volvía con Emmanuel y el Pato, que aún no se habían querido acercar a la turba, noté que tenía sed. El Pato quería una cerveza. Compré mi agua y, cuando iba a emparejarme con el pato para acompañarlo en la fila, empezó el gran silencio. No recuerdo con qué canción empezaron, probablemente no la conocía, ni con cual siguieron, pero se armó el slam. Slam amigable, nadie entraba tirando patadas, sólo eran los empujones, producto de los brincos. Todo en orden.
Para cuando empezó el gran silencio, la explanada desplegó sus encantos sin reparos: los brincos de la gente empezaron a levantar una polvareda que de repente era insoportable, había que cubrirse las vías respiratorias para estar ahí. Vi que alguien señaló las piernas del Pato, que llevaba bermudas: estaban blancas del polvo. Recordé de nuevo la gracia de la grama. No había mucho espacio para quejas, el desmadre estaba chido, los brincos, "El Chúntaro style", los gritos, la banda tocando, los cargados... Esteban amagó con cargarme y yo de buena gana acepté que lo hiciera. La gente me cargó, no más de 10 segundos. Divertidísimo.
Caí de pie y completito del otro lado de la valla. Alcé las manos para que el de seguridad no fuera a llegar a ayudarme con la delicadeza que los distingue. En un lapso como de 5 segundos o menos, esperé que llegara alguien a llevarme de nuevo a la turba. Error. Llegó un tapón de alberca (un tipo chaparro y choncho, moreno) y me agarró por la espalda, con su antebrazo en mi cuello. Por su corta estatura (por la que seguramente no entró a la milicia y tuvo que dedicarse a otra cosa, dice el ardido ahora que lo escribe), me encorvó hacia atrás. Yo le sacaba plática, pero no, el tipo sentía que había agarrado al Chapo y podía extorsionarlo y ensuciar su historial o no sé. Me llevó a un lado, pensé que me soltarían ahí. Ahí era la salida de vuelta a la turba. Error. El que parecía su superior preguntó por radio a alguien qué hacer conmigo, él tampoco tenía idea de lo que procedía. Le dijo que me sacara. En ese momento ya no me agradó. El taponcito me llevó al otro lado, a una puerta, le dijeron que estaba cerrada, a otra, me sacaron a mí y a otro vato (que se llamaba Francisco Peña, según oí cuando lo registraron, justo antes que a mí).
El Apañón
El taponcito nos entregó al "honorable" cuerpo de policía municipal de Monterrey. Entre que me agarraron y me esposaron:
- Órale, por andar peleando.
- Pero no estaba peleando.
- Cómo no, por broncudo.
- No estaba peleando.
- ¿Cómo no?
- En serio que no.
- Cállate
Nos pusieron de manos a la pared y empezaron a catearnos, ya para entonces había otros dos incautos, Luis y un vato que se llamaba, creo, Laphael (oí que le deletreó el nombre al policía).
- ¿A qué te dedicas?
- Soy desarrollador... bueno, ingenieron en sistemas, pues.
- ¿traes armas?
- no
- No voltees. ¿tomaste algo?
- Nada, agua
Me golpeó en la espalda, cerca del riñón derecho.
- ¡Que no voltees!
Me cateó los bolsillos, las espinillas, etc. Regresó a los bolsillos
-¿Es todo lo que traes?
-Sí
-¿Es todo?
-Sí
Guardó mis ciento cincuenta pesos el ladronzuelo, un chómpiras con autoridad, pobres de nosotros con esa policía. Se cayó mi credencial dorada, la pisé para que no fuera a querer extorsionarme o publicarme en algún periódico o alguna madre así. Terminó el cateo. Nos empezaron a acarrear. Los cuatro que íbamos íbamos por lo mismo y diciendo qué había pasado.
-¡no me llames güey!
-Bueno, Oficial...bla bla bla
Les importaba poco. Nos subieron a la camioneta. Recuerdo a tres y a uno poco. Dos pedantísimos, infladísimos por la autoridad que su placa les da. Uno incluso amagó con desenfundar su pistola. Jodidos. Los otros dos, discretos y hasta amables. Asumo que serían subordinados. Preguntaban por nuestra causa y a quiénes habíamos ido a ver.
Ahí en la camioneta vimos a una señora que, a modo de protesta al ruido, había atravesado su carro en una avenida de cuatro carriles. Por ejemplo, ahí les tembló el asteroide para hacer algo en su contra.
Desde que empezó el cateo hasta que terminó la noche, me resonó "Apañón" de Maldita Vecindad, y no dejé de pensar en lo curioso que era que me hubiera tocado justo un día que iba a ver a tal banda otra vez. Eso y "en lugar de andar queriendo pescar banda en un concierto, deberían andar vigilando donde realmente hay asaltos, ahí no meten las manos." "¿será que les den comisión por llevar gente? (además de lo que de por sí roban a los levantados)"
Trepados
En la camioneta nos tocó escuchar "Duerme Soñando". En la camioneta nos tocó que se pusieran pedantes con los celulares. No mucho después subieron a otro incauto, un tal Jaziel. "No hablen por teléfono" (en una de esas fue que el estúpido amagó con sacar la pistola). Decidí sólo mandar mensajes. Uno a Arellano, uno a Emmanuel Benavides y uno a Cristhian Narváez. Nos dijeron que nos llevarían a ¿Alamei? Nombre que asumo que uno de mis acompañantes, hasta la fecha, no conoce, pues lo preguntó como cinco veces. Él sí iba medio borracho, los demás íbamos en cinco sentidos. Jaziel incluso "acababa de llegar", según dijo.
En la camioneta, tratando de platicar con el tarado cabezadura de pelos necios, infladísimo, la banda preguntó que por qué nos llevaban, que no era justo, le dijimos qué había pasado, le dimos razones, pero volvemos a que a él le valía gorro. "Por mis huevos los llevamos", "ya cállense. Miren, la verdad es que no sé. Es una falta administrativa". Esto después de callar a la gente y amagar con desenfundar la pistola. Cuando amagó con la pistola (no recuerdo si sí la sacó y apuntó o sólo amagó con sacarla, que se me hace irreal, porque eso no lo hubiéramos visto), fue cuando pensé en lo jodido que estaba nuestro cuerpo de policías como para que un pedante ignorante así decidiera sacar la pistola sólo para intimidarnos. En la camioneta también nos tocó oir "círculo de amor".
Finalmente arrancó la camioneta. La banda que me acompañaba no quería decir su nombre, asumo que andaban muy enojados. Yo como que ya quería distraerme, pese a la frustración y el coraje. Me llamaron Adri y Emmanuel Aquino, no les contesté. Ahora creo que por educación debí mandarles un mensaje a ellos. En ese momento pensé "No creo que se den cuenta entre el ruido y los empujones, y además, creo que les jodería el concierto". Mi razonamiento fue: "alguien que esté fuera y que a huevo se de cuenta de que su celular sona o vibra" o está haciendo un holograma de la Virgencita de Guadalupe o lo que sea que haga.
Me contestaron los tres. No recuerdo si a los tres les mandé el siguiente o sólo a Narváez. Recuerdo que al final sólo a él le di la dirección precisa, creo que tras un "vamos para allá".
El Camino
Del camino, sólo puedo destacar que Carlos Guerra, el copiloto, que sí platicó con nosotros un rato, y parecía más amable, hizo alguna broma sobre que cuando vean policías "corran, ya es más peligroso que ver un ladrón". Un humor medio negro, sobre todo viniendo de un policía. Camino largo.
El Alamei
Finalmente llegamos. Bajamos. Ahí estaba de nuevo el ladronzuelo él y uno de sus compañeros, uno de los amables, llenarían nuestras formas de ingreso a ese lugar donde la tecnología de los últimos 15 años no parece haber llegado. Entré en tercer lugar, de cinco, y noté que una chica gorda, que no se veía en sus cinco sentidos y tampoco absolutamente nada elegante, hizo gesto aprobatorio a la entrada del que entró antes que yo, que creo que fue Francisco, uno aprobatorio a mi entrada, uno aprobatorio a Luis y uno desaprobatorio a la entrada de Jaziel. Me pareció chistosón.
[Actualización]
No recordaba que cuando andaban llenando nuestros formularios, noté que el que me robó mi dinero tenía un hoyo en su short. Pensé que sería muy chistoso decirle que se comprara un short con los $150.00 que me había bajado y sonreí. "Pobrecito", ojalá le hayan servido para comprarse un short, "o para metérselos por...".
[/Actualización]
Cuando estaban registrando al Laphael, sus conocidos (les había hablado en la camioneta, pidiéndonos que hiciéramos ruido para que los polis no se dieran cuenta), habían hecho una llamada y lo sacaron. No pisó el bote. Le dije que se pusiera la del Puebla, aún a sabiendas de que no lo haría. La mayoría sólo ven por su bien, e incluso no creen que alguien en su misma situación pueda querer ayudarlos un poco al menos.
Nos registraron. entregamos nuestras pertenencias. El encargado anotó la marca de mi celular y yo le pregunté si no era necesario el modelo, de malas me dijo "¿tú me vas a venir a decir cómo hacerlo?"
Adentro
Pasamos a una revisión. Individualmente pasábamos a un cuartito y revisaban que no trajéramos armas. Sí, en boxer y peor, pero ahí lo dejaré. No, no taaaaaaan peor, no exageréis. Sentadilla. "Mientras más rápido mejor.", pensé. Vámonos, siguiente.
Justo antes de mí en la revisión había un tipo ahogadísimo de borracho. Bastante chistoso que haya tenido la desfachatez de decir al médico que no había tomado nada, cuando apenas podía estar en pie. Cuando le pidieron que soplara el alcoholímetro se hizo el desentendido. Se lo pusieron medio a la fuerza pero lo escupió dos veces. Tras la segunda el médico, riéndose, dijo que se lo llevaran.
El médico bromeó conmigo, me preguntó qué había pasado, preguntó por golpes o heridas, me pidió que me levantara la camisa para ver. Le dije que el policía me había golpeado en el riñón derecho. "Date la vuelta"... "¿Algún pellizco de jotito? , ¿nada?" Me dio mucha risa que se burlara de que le hubiera dicho del golpe. Un policía me dijo que en unos años ya me tocaba el examen de próstata, y le dije que "no gracias", entre risas.
"Ahí van otros Veinticuatros, para la ocho". Entramos a la celda ocho los cuatro. Nos sentamos. Celda de borrachitos, y un vato que habían metido por algún lío laboral, lo habían apodado "el Chino" (cabello chino). La mayoría estaban dormidos. Un don me dijo que a él lo habían levantado sólo porque sí. Me pareció medio irreal, pero luego un taxista me dijo (en una plática completamente ajena a esos menesteres) que eso pasaba. El borrachito decidió apodarme "El Chino Dos", por el cabello. No mucho después me llamaron a una entrevista.
Entrevista con Narváez
En resumidas cuentas:
-¿Por qué te trajeron?
-Bla bla bla (lo que ya conté)
-Jajaja, bueno, ¿y ahora qué hago?
-mmmm, no sé, pensé que habrías preguntado.
-No.
(risas de ambos)
-Disculpe (a la encargada), ¿qué procede para que me saquen?
Nos explicó.
-Bueno, ya viste.
-Sí.
-Mmmmm. ¿Y tú qué pedo?, ¿qué hiciste hoy? Digo, ps ya está la entrevista, no sé cuánto dure, pero ps hay que usar el tiempo que proveen.
-bla bla bla (pendejadas)
-bla bla bla (pendejadas)
-Ah, oye, anota este número
-Sale pues. Voy a ver el trámite.
-Ora.
De vuelta a la celda. Por cierto, uno de los oficiales de ahí se apellida Castillo, creo que era Andrés. Un tipazo.
No pasó mucho más, sólo destacaría los dos que llegaron muy machitos que sí me hicieron pujar porque andaban diciendo que había que amotinarnos y bla bla bla. Nadie los fumó. Uno de ellos era pelón. Al pelón, que estaba renegando y gritando, lo calmaron a gritos. El otro se calmó solo al ver que nadie le hizo segunda con su motín. A cada rato llegaba gente. Yo asumí que porque era sábado. Unos sólo llegaban y se acostaban a dormir. La celda, por cierto, no estaba sucia. Hasta estaba decente. Después de un rato llegó otro vato medio renegón, y el que se había querido amotinar se paró a "defenderlo" y creo que a querer ver si podía fugarse. Quién sabe. Se llevaron a los dos. Asumimos que golpearon al que quiso amotinarse. Eso bastó para que el otro se calmara. Al "Flaco" lo llevaron a la otra celda, y aún golpeado, le renegó al policía algo.
La Espera
"Rodrigo Morales". "A huevo", pregunté el teléfono de alguien más. Por demorarme no quisieron abrirme.
Otro rato. Largo. "Rodrigo Morales" Misma situación, en lo que confirmé el teléfono de Jaziel, ya se hicieron pendejos cuando les pregunté "¿dijeron Rodrigo Morales?" "No, no, para nada".
"Es que así son, debes estar atento, porque si no brincas, ya no te dejan salir", [El Borrachito]
"Tú te ves decente, ¿por qué paraste acá? Se ve que tú eres un tipo sano, no te juntes con mala gente" [Un borracho que se ve que estaba por peleonero]
Cambio de celda. Otro rato. Anduve entretenido escuchando al borrachito y viendo como Luis se burlaba de él diciéndole "no, no semos" (como el sicario de Montemorelos). Hasta que llegó el punto en que el Borrachito le decía "hazle" y el otro lo hacía ya medio castrado, pero como para que no se fuera a enojar o fuera a haber problema.
"Rodrigo Morales" Brinqué. "Chino, nos vemos" (el borrachito), "Fíjate si ves un vocho blanco con rayas rojas cuando salgas" (el señor que levantaron porque sí). Pasé por mis cosas.
Vámonos
Hice una fila de uno al recoger mis cosas, un vato de San Pedro, según oí. El encargado se volvió un tipo servil cuando lo atendió. De hecho, le había tocado celda para él solo, y decía el borrachito que a esa banda le dan comida. Cosas de la vida:
-¿Y vive en San Pedro usted?
-Sí, sí, ahí tiene usted su casa.
-Noooo, ni tiempo tengo, pero gracias, muchas gracias.
Cerdo. A mí ni "de nada" me dijo el ojete cuando le agradecí por darme mis cosas. Me despedí de Andrés Castillo (si es que se llamaba así) y me dijo que cuando se me ofreciera, sin el servilismo del otro. Creo que eso lo noté porque el otro había sido un pedante con todos los que había visto, excepto con este muchacho.
Salí. Afuera estaba Narváez. Pensé en pagarle en seguida el costo de la multa, pero decidí hacerlo después de llamar a la familia de Jaziel. Salí del recinto.
Afuera estaban Adri, Duarte, Esteban y Emilia, los saludé, y llamé a la familia de Jaziel, les expliqué cómo había estado el asunto. "Ah, bueno, gracias." No sé si me hayan creído. Espero que sí. Me despedí de la banda. Estaban a lo lejos Zitlali, Ricardo y Chucho. Narváez me apresuró porque me dijo que llevaban un ratote allá esperando. Nos fuimos.
Camino largo. No volví a ponerme los tenis negros sino hasta hace poco. Todo un ritual ponerles las agujetas, lo mismo que quitárselas, ritual inoportuno cuando uno va a entrar a los separos. Llegué a mi casa, tonteé un rato y me dormí.
Al día siguiente, carne asada con la Familia Schivre. Le pagué a Narváez los quinientos pesos de la multa. Sí, de 150 que iba a costarme, el chistecito me salió en 800 (sin contar el transporte).
Apañón
Es muy cierto que la letra no es una descripción precisa de la situación, pero la idea es la misma: los policías abusan de su poca autoridad.
¿Cuánto tiempo estuve?
Pues todo el teatrito duró como 3 horas. A las 12 yo estaba subiéndome al carro de Ricardo. Debo haber estado encerrado unas dos. Creo que parte de la tortura es no poner un reloj para que uno sepa cuánto tiempo lleva.
El Regalo de Cumpleaños
Como bien han de saber, cumplí años el lunes que siguió a ese:
"Qué mejor regalo que la libertad", atinada y ácidamente me dijo Emmanuel Benavides.
Ja.
Etiquetas: Conciertos