Mi vida errante

cha cháaaan

domingo, febrero 27, 2011

Pechugas

Sí, yo sé que tiene muchisisisisisísimo tiempo que no escribo nada, que no he contado que fui a Belén del Refugio, a Villahermosa en navidad, a Veracruz en año nuevo y a Monterrey para el puente del 7 de febrero. Sin embargo, esos me tomarán mucho tiempo y este es rápido. Seguro volveré a ir a Monterrey y no habré contado ninguno de esos. Como quiera, esos los recuerdo bien y tardarán más en que se me olviden, pero estas propuestas culinarias seguro se me olvidan antes. Además un fan claramente dijo un día "bueno, deberías anotar tus propuestas".

Hace algunos fines de semana me sentí "adinerado" y decidí meterme a un restaurante llamado "Los Antojos de Carranza", a una cuadra del jardín de San Marcos. Pedí una cosa llamada "bisteces Carranza" o algo similar, estuvo muuuuy bueno. Eran dos bisteces (quizá uno o dos más) apilados que en el espacio del centro tenían champiñones, una salsa de queso y pimiento. Decidí que un día intentaría algo similar.

El día llegó el lunes (cociné el lunes 21 de febrero), después de ir el domingo al súper y, tras no decidir qué comprar para comer, recordar el asunto, y pretender cocinar algo que cumpliera con que se sintiera el sabor a pimiento. La realidad de las cosas es que varió mucho -comenzando porque yo usé pollo-, pero cumplió con el cometido de usar champiñones y que se sintiera el sabor a pimiento.

Decidí comprar pechugas de pollo, champiñones y pimiento (que era la base de la intención). Como sentí que estaría simple o que algo le faltaría, decidí comprar algún tipo de chile. Naturalmente primero pensé en jalapeño, pero después pensé que igual y sabría muy fuerte y mejor compré chiles caribe, esos chiles güeros chaparros y chonchitos.

Va pues.

Primero, obviamente, corté las cosas. Corté los champiñones más o menos como vienen los champiñones de lata; desvené los chiles y los corté en pedazos no muy pequeños, por decir algo, de entre 1 y 2 cm^2; desvené el pimiento y lo corté en pedazos de digamos 2.25cm^2, no tan pequeños, pues.

Tomé el pimiento, los chiles, los champiñones y un poco de ajo y me puse a ¿freírlos, sofreírlos? en una sartén con aceite de oliva. Decidí usar aceite de oliva para que se frieran con sabor chido; también pensé en usar mantequilla. Noté que el pimiento tardaba mucho más que los champiñones, entonces eventualmente cambié de lugar el pimiento. Después de que el pimiento ya se veía como cocidón los mezclé de nuevo y agregué orégano, laurel (el laurel no siento que dé sabor, pero ahí tengo un chingo y por ende tengo que usarlo) y los chiles. Cuando supuse que ya era suficiente tiempo (los champiñones ya se veían muy pequeños) apagué el fuego que, IMPORTANTE, debe ser bajito para que las cosas no se quemen (eso me lo dijo mi papá hace mucho (yo aún vivía en Córdoba), una vez que le conté que se me habían quemado los frijoles).

Tomé las pechugas de pollo, les eché sal y pimienta y las corté de un lado para meter ahí la mezcla (el modo de cortarlas fue como meter el cuchillo en las hojas de un libro, para poder meter la mezcla entre "las hojas"). Metí las pechugas en una ¿cazuela? tapada. No, las pechugas no las freí con aceite de oliva, sino con mantequilla. Sí, antes de ponerlas a cocer las atravesé con el cuchillo, según yo para que el calor entrara más profundamente; no sé si eso funcione, pero lo hice. Sí, cocí el asunto todo el rato a fuego lento.

Destapé la cazuela y revisé si ya estaba cocida la parte interior del corte de cada pechuga, donde iría la mezcla. Como ya estaba cocida, tomé una barra de mantequilla y corté entre 3 y 5mm para cada pechuga. Posteriormente corté en tres los cuadros resultantes e introduje los pedazos de mantequilla correspondientes en cada pechuga. Yo sé que los lectores dirán "¡Oh, Rodrigo!, ¿y te atreviste a meter la mantequilla en las pechugas sin sacar las pechugas del fuego?" La respuesta es sí, porque soy un hombre temerario, y ¡no solo puse mantequilla!, también les ponía la mezcla dentro del corte de cada una. Solo saqué una o dos pechugas de la cazuela para hacer la operación porque el corte se había perdido (el corte de las pechugas se había vuelto a pegar).

Volví a tapar la cazuela y de cuando en cuando la destapaba y volteaba las pechugas y así me la llevé un rato hasta que ya parecían suficientemente cocidas.

Quedaron buenas, pero pudieron quedar mejor.

1. Les faltó sal. Evito cocinar con mucha sal porque la falta de sal es remediable, no así cuando queda demasiado salado. Además que la sal que eché en las pechugas antes de cocerla como que se cayó o qué sé yo, siempre que cocino algo pienso que debería ya no echarle sal porque se pierde.

2. Definitivamente, para hacer la mezcla, primero debí poner a cocer el pimiento y luego echar lo demás. Bueno, eso se remedió, pero mejor saberlo de antemano.

3. Debí cortar las pechugas en dos: estaban muy gruesas, entonces no se impregnaban del sabor de la mezcla o había partes en que no tenían la mezcla.

Como quiera con sal sabían bien, sobre todo cuando tocaba con la mezcla de todo.

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