La Lluvia y los Regiomontanos

Como dije en la entrada anterior, en este semestre me he mojado en la lluvia ya varias veces y, en algunas, bastante. Una vez me dijeron un equivalente a que me pasaba de lanza, ante la respuesta de "pues pensé que igual y sí llovería, pero me la jugué." Básicamente así he estado haciéndole con eso de la lluvia. En tres ocasiones he acabado mojadízimo (al grado de que puedo exprimir mi playera y el agua cae como chorro), en otras nada más bastante mojado y en otras con la playera húmeda. Sin embargo, en este tiempo he notado que los regiomontanos (disculpas por mis amigos regiomontanos), o al menos los que pasan por donde yo paso, o son putitos o son de sal. Me ha tocado que ya no está lloviendo nada y siguen todos refugiados bajo los comercios. O en lloviznas ligeras que detienen su actividad para refugiarse bajo los techos de los comercios. Me parece chistoso, porque yo me pongo a pensar que prefiero mojarme a perder una hora de mi vida sin hacer nada esperando que pase la lluvia. En una de esas empapadas memorables, tenía que ir a un cajero y pues el cajero estaba lleno (no tiene puertas, pero hay dos cajeros y creo que no se supone que la gente debiera estar ahí) de gente esperando que pasara la lluvia, de modo que no era algo práctico sacar varo frente a tantos. Al final tuve que hacerlo ya que se habían ido un poco.

Y bueno, ¿por qué no comprar una sombrilla en la calle? Al paso que voy, acabaría con 20 sombrillas en mi casa. De hecho tengo una, pero no sé dónde está y prefiero jugármela a perder mi tiempo buscándola. Al final es agua y, como decía Eric el entrenador (Eric López Contreras) "el agua no preña". Bueno, al menos a los tabasqueños no. Ja. Insisto en que me ha tocado que ya acabó de llover y la gente sigue refugiada.