Mi vida errante

cha cháaaan

jueves, mayo 22, 2008

¡Mierda!, mi recámara está desordenada

Quizá, sólo quizá, debiste visitar a tu profesor en lugar de sentarte a esperar para darle las llaves a esta gente. Entran a tu casa, hurgan con todas sus manos, abren tus más preciados cajones y desordenan cada uno de estos de modo que pareciera premeditado. Quizá simplemente no se dan cuenta, como los perros que tiran las esferitas de vidrio del árbol de navidad cuando pasan junto a él.

¿Que si he estado en un punto en que creo que mi recámara no puede estar más desordenada? Claro que lo he estado, miles de veces, pero invariablemente puede perder un poco más el orden. Quizá no sean cambios notorios y agregar sólo un calcetín a la cuenta de los que están en el piso no genera mucho más, pero siendo estrictos, sí crea más caos. Quizá, sólo quizá, no debí ponerme a pendejear a esa hora y debí irme cuando pretendí, en lugar de distraerme con naderías: al final eso hizo que los tiempos convergieran. Sí, y cuando me fui, regresaron y tiraron no sólo uno, sino dos calcetines más al piso, o tres, o cuatro, o infinitos. No los conté y sigo sin hacerlo y siguen ahí, y me siguen mirando esperando que los cuente, y sigo ignorándolos pretendiendo que no están ahí. Días hay en que me despierto y son menos, días hay en que me despierto y son más. Me tapo un costado de la cara y ya no están, pero sé que están, y los siento como un chicle pegado en mi nuca, que repiquetea de cuando en cuando y no parece querer detenerse.

¿Y estás bien? Estoy bien, de buen humor*, contento*, que no es lo mismo que estar de buen humor o contento. Como si tuviera un pendiente y no lo tengo, o lo tengo y no lo tengo, o lo tengo porque pretendo tenerlo y ahí está en mi nuca, repiquetea. No, no es en la nuca, es por la nuca, un poco hacia la derecha, ahí, ahí, justo a la derecha de la convergencia entre músculo derecho del cuello y el cráneo. No está ahí, pero me gusta pensar que es ahí, así es más fácil señalarlo, como las imágenes sacras. Tener una representación a fin de que no sea algo abstracto.

Se acaba el tiempo y no ordeno mi recámara. Flamingos siempre ayuda a ordenar mi recámara. Quizá no debí prestar mis llaves y mantener el hermetismo de mi habitación.

¿Realmente es tan malo el desorden?

(mi hogar está más limpio de lo que ha estado en mucho, por cierto).

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