Cargar Siempre las Llaves
El jueves el Barbas me pidió que cuidara a Román (su perro) el fin de semana. Yo accedí.
Ayer viernes pues, salí de la escuela, pasé a mi casa y, un rato después me fui a casa del Barbas. Todo iba normal y bien, el cachorro es necio e hiperactivo (como cualquier cachorro) y hay que estarlo cuidando.
En algún momento salí al jardín de la entrada con Román para que éste hiciera sus necesidades. Se me ocurrió jalar un poco la puerta ya que si no el perrillo entraría a la casa. CARAJO jalé demasiado fuerte y, hacía un rato, me había quitado la chamarra (donde tenía las llaves) y la había puesto en un mueble. Estábamos Román y yo afuera de la casa, sin chamarra y sin las llaves cuando menos para ir a mi casa. Traté de meter mi mano desde una ventana y abrir la puerta. Fue inútil. Traté de meter mi mano por la ventana (la ventana junto a la que estaba mi chamarra) y no llegué al mueble. Román ya comenzaba a impacientarse. Arranqué un palito de uno de los árboles que hay en casa del barbas y volví a intentar. Aún no llegaba. Arranqué una rama de la bugambilia (una rama aún muy débil, pero las espinas eran lo que me serviría), no funcionó. Finalmente decidí ir a casa de Chris a ver si me podían prestar un escurridor para ver si llegaba. Me lo prestaron. Con la ayuda del trapeador logré sacar mi chamarra y con ella mis llaves. Poco después entramos a la casa. Román estaba impaciente y nervioso al ver que no podía abrir. Cuando entramos volvió a su desmadre.
Ahora guardé las llaves donde usualmente lo hago: en mi pantalón.
Ayer viernes pues, salí de la escuela, pasé a mi casa y, un rato después me fui a casa del Barbas. Todo iba normal y bien, el cachorro es necio e hiperactivo (como cualquier cachorro) y hay que estarlo cuidando.
En algún momento salí al jardín de la entrada con Román para que éste hiciera sus necesidades. Se me ocurrió jalar un poco la puerta ya que si no el perrillo entraría a la casa. CARAJO jalé demasiado fuerte y, hacía un rato, me había quitado la chamarra (donde tenía las llaves) y la había puesto en un mueble. Estábamos Román y yo afuera de la casa, sin chamarra y sin las llaves cuando menos para ir a mi casa. Traté de meter mi mano desde una ventana y abrir la puerta. Fue inútil. Traté de meter mi mano por la ventana (la ventana junto a la que estaba mi chamarra) y no llegué al mueble. Román ya comenzaba a impacientarse. Arranqué un palito de uno de los árboles que hay en casa del barbas y volví a intentar. Aún no llegaba. Arranqué una rama de la bugambilia (una rama aún muy débil, pero las espinas eran lo que me serviría), no funcionó. Finalmente decidí ir a casa de Chris a ver si me podían prestar un escurridor para ver si llegaba. Me lo prestaron. Con la ayuda del trapeador logré sacar mi chamarra y con ella mis llaves. Poco después entramos a la casa. Román estaba impaciente y nervioso al ver que no podía abrir. Cuando entramos volvió a su desmadre.
Ahora guardé las llaves donde usualmente lo hago: en mi pantalón.
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