Mi vida errante

cha cháaaan

martes, marzo 03, 2009

El Defe en diciembre

Pues yo sé que tiene mucho de esto, pero hoy tengo algo qué contar y no puedo dejar de lado mis vacaciones decembrinas, que si bien oficialmente fueron 6 días, cuento también el fin de semana que precedió al de la navidad por la graduación de Luis Medina.

Que se va graduando mijo

Bien, yo estaba invitado desde hacía tiempo a esa graduación, y si bien llegué a dudar en ir, no fue por mucho. Más que nada tenía que arreglarme con la empresa, pues pese a todas las flores que me dieron cuando entré, la cuestión de los adelantos o del "ahorro" de los días no existe. No está mal, pero no es tan maravilloso como me dijeron. Bien, negocié algo decente y todos nos fuimos felices: a mi jefe le pareció correcto que adelantara cuatro horas para poder irme temprano al final de la semana. De hecho trabajé un poco demás, porque ese adelanto de cuatro horas era porque yo fui pesimista: no podía dar por sentado que me despertaría temprano, aunque al final lo hice.

El viernes 19 viajé al Distrito Federal. Salí del trabajo y contaba con muy poco dinero. El plan era salir a las 3 y tomar un taxi directo al aeropuerto, estar desde el viernes en la noche hasta el domingo en la noche en el Defe y regresar en Camión a Monterrey (ya tenía el boleto comprado).

Como todos los viernes, cargaba con poco dinero, en esa ocasión cargaba con 150 pesos más de lo normal (en viernes), traía poco más de 180 pesos. El plan incluía pasar al cajero a sacar varo y con ese dinero irme al aeropuerto directo. Yo ya llevaba mi maletita e iba vestido de traje, para sólo llegar al defe a peinarme, acomodarme la corbata y el cuello y llegar a la graduación.

La Genialidad, la mala suerte y la buena

Quien no lo sepa, hay cosas para las que tengo mala suerte y cosas para las que la tengo buena. La mala: bancos y procesos administrativos (no incluyo tarjetas perdidas ni tonterías que son mías, sólo problemas con procesos, en Córdoba alguna vez decían que yo era el Beta tester de los procesos administrativos escolares, cosa que también aplicó cuando me vine a vivir acá. Buena: taxis, transporte público y probablemente otras cosas.

Dícese que salió Rodrigo del trabajo directo al cajero. No había de ir al lejano, pues perdería mucho tiempo. Al llegar al cajero, como sería de esperarse: "no varo". Expresión de impotencia. Vio la hora y decidió tomar un taxi con rumbo a su casa. A su casa porque no muy entrada la mañana había notado que había dejado su boleto de regreso en casa. Boleto porque era de autobús, y en la línea le dijeron que NO, que no podían reimprimírselo ni nada así.

Así pues, alzó la mano y no pasó mucho antes que un taxi parase. Dio la dirección, las señas, platicó de su gracia con el conductor, llegó a su casa, pagó los 40 pesos. El taxista le dijo que podía esperarlo y llevarlo al aeropuerto, Él habló de su falta de materia mágica: "no me da el dinero", a lo que el taxista replicó que no había problema, que pagaría lo que el taxímetro marcara, "¿y si aún así no me da?" (Él pensaba que no traía más de 117 pesos y asumía que con eso no daba para llegar al aeropuerto), "usted no se preocupe".

Salieron de Prol. Marsella, procedentes de Treviño

Emprendieron el recorrido. Él venía pensando que traía como 117 pesos comprobados y quién sabe cuánto en monedas. Platicaban sobre cualquier cosa, en general sobre la vida, sobre lo que se platica con los taxistas, oficio interesante el de taxista, conviven con muchas personas diferentes en el día, otros apenas conviven con los vecinos de cubículo y no siempre hablan. El taxista tomó por una ruta alterna, tomó la carretera, lo que costó al pasajero los 27 de la caseta. Al pagarlos, Él se rió "me quedan 90 (comprobados)" -pensó. Llegaron al aeropuerto a tiempo. El taxímetro marcaba, obviamente, más de 90 pesos, y tras rascar todos los bolsillos de su traje, pantalón y mochila él apenas juntaba 116.50, cantidad aún insuficiente: "Si me espera un rato, paso al cajero y le pago el resto", dijo y el taxista replicó "No se preocupe, es como que ya hice la buena obra del día". Rieron.

El Aereopuerto

(antes que escriban un comentario con "es aeropuerto, naco", les diré que lo sé).

En el Aeropuerto, ese mi Joil vio que tenía tiempo de sobra, buscó un lugar donde comer y se decidió por una ensalada de Carl's Jr. Ensalada porque debía buscar algo que no fuera a mancharlo mucho. Comió su ensalada, su galleta, que originalmente la dependiente no se la había dado y hubo que ir a decirle, y fue a la sala de espera. Vuelo media hora retrasado con los pasajeros abordo.

El Defectuoso

Al llegar al defe, llamó a Kart, que estaba inmerso en el tráfico y tardaría media hora en llegar, se peinó, se lavó la cara y los dientes.

Llegó la Familia del Castro Badelt e iniciaron el paseo con rumbo al museo José Luis Cuevas (cuando escribía había escrito Carlos Cuevas y me sonó rarísimo: Carlos Cuevas es un cantante que cantaba con Marco Antonio Muñiz en algún teatro). Camino largo en tiempo. Llegaron a la graduación. No había mucha gente aún. En el camino se había enterado que Él tenía el boleto del Papi. En algún punto del camino llamó al Papi para devolverle la llamada.

Entrar al museo fue medio complicado, era cerca del zócalo. Pista y tobogán de hielo:
"Ay Kurt, hay que ir al tobogán", dijo Sandra, "Si quieres aquí te dejo a que hagas fila." (con el fin de que a la salida todos pudiéramos tirarnos del tobogán a la salida), replicó amorosamente Kurt. Los tres rieron. Los sentidos de las calles estaban medio violados para responder a las necesidades de la pista. El acceso al museo José Luis Cuevas estaba claramente marcado en la cuadra del Zócalo con un letrerote anaranjado sostenido por dos individuos. Trabajo feo debe ser ese.

La Fiesta

Pues de la fiesta en sí no hay mucho qué decir. "Bonita fiesta". El escenario era buenísimo, las mesas alrededor de una escultura grandota. Asistimos todos los que habíamos sido invitados. Apunto la mezquindad de la segunda llamada a algún individuo: "¿quiénes están?, ¿qué van a dar de tomar?, ¿qué darán de comer?" Delicado muchacho.

¡Felicidades de nuevo al Ing. Medina!

Gracias por la invitación.

Larga noche con cuatro de los que más aprecio y una colada que aprecio en cantidad. Gustazo como siempre, señores.

La Salida de la Fiesta

Decidió pues el anciano señor tomar su vehículo y marcharse, eran cerca de las 3:30 de la mañana (no era la primera amenaza de marcharse, había habido ya otras, pero fue convencido de no hacerlo en las otras ocasiones). No faltaba mucho para que sirvieran Chilaquiles y llegara el mariachi, pero igual partieron. Dejaron al Papi en la Papicueva, cerca del estadio azul y partieron. Kart atinó a perderse a esa hora de la madrugada. Copiloto dormida. Llegaron cerca de las 5 ó 5:30 al hogar de la Familia del Castro-Badelt. Durmió cada quien en su aposento.

Sábado 20 de diciembre

El sábado no hicimos mucho, al despertar tonteamos, fuimos al centro a comprar dulces para la familia de Sandra, un varo en dulces, yo compré un poco para mí, pero nada que uno no pueda gastar en dulces. Estuvimos un rato en el centro haciendo no recuerdo qué. Creo que comimos entre otras cosas. Fuimos a alguna librería porque yo quería comprar libros para regalar, pero no encontré ninguno que quisiera en las librerías que visité. A la vuelta comimos en un puestecito de fritangas.

Las Fritangas

Chilangazo me aventé con esa cena: sopes, un pambazo del df, tostada y quesadilla de queso. Buenísimo. Pasó que mientras esperábamos nuestra comida, los que jugaban fútbol junto al puesto atinaron a pegarle a la olla del ponche.

-Es que no mames, yo cuando vi que el balón pegó, brinqué para un lado y sólo vi cómo Hoil no se movió, sólo pensé "Hoil se va a quemar".

Y efectivamente, no me moví de donde estaba. De por sí no tenía mucho espacio para hacerlo. Sólo cerré los ojos con fuerza, alcé los hombros y apreté mis manos dentro de mis bolsillos (ese gesto de "puta madre"). He notado que cuando va a pasar algo malo yo no soy de la gente que ve "su vida cruzar por sus ojos", simplemente pienso una expresión de frustración y ya.

No pasó nada. Sólo derramaron el ponche sobre la quesadilla de sandra y un poco de éste cayó sobre el aceite, que lo hizo pringar.

Regresamos al departamento de Sandra. Cenamos. Tonteamos. Dormimos, cada quien en su aposento, obviamente.

Domingo 21 de Diciembre

De nuevo tuve toda la intención de ir a Chapultepec, pero me dio hueva pararme. Los del Castro habían ido a desayunar con el papá de Kurt. Recuerdo que desperté temprano y dormí. Desperté un poco más tarde, vi el mapa de google para ver cómo salir de donde estaba y llegar a donde quería y dormí de nuevo. Desperté cuando llegaron Kurt y Sandra. Ese día sí no hicimos nada. Yo pedí una hamburguesa a un tal Rubén (Hamburguesas Ruben's) y vimos una copia piratísima de Crepúsculo. Bien, si no quizá no la hubiera visto.

Me llevaron a la terminal del Norte. Según yo, habíamos salido medio tarde, como 20 minutos tarde de lo que pretendíamos, pero no pensé que fuera a repercutir. Sí, el tráfico estaba terrible para llegar a la terminal. No pasó nada. Yo llegué y mi camión aún no llegaba. Camino tardado y nervioso.

Terminal del Norte

Nadie que se jacte de haber vivido puede hacerlo completamente hasta que no tome un autobús de la Norte. Es un caos. A diferencia de otras terminales, donde los autobuses son anunciados con el programa, mientras estos están en el andén (poco después de llegar), esta terminal los anuncia cuando llegan. Mi punto de vista es que funciona al revés: en una terminal común, hay un horario marcado, el autobús llega y en lo que se bajan los pasajeros cuyo viaje termina, y el conductor termina el proceso, el autobús es anunciado. En la norte funciona así: Los camiones están estacionados, una persona en los andenes tiene un megáfono, cuando llega un autobús, la persona lee en el frente del autobús el destino, revisa una hoja de papel para ver cuál encaja y lo anuncia con el megáfono. Las líneas tienen determinados andenes, y el autobús se estaciona en el andén que encuentre libre dentro de los de su línea.

Noté el funcionamiento de la terminal porque cuando llegué, todo nervioso pregunté a un tipo de la línea: "¿ya llegó el autobús de las 1045 a Monterrey?" y él quitado de la pena, sin ver nada ni consultar con nada ni nadie me dijo que no, al no darme suficiente confianza, le pregunté a una de las que anunciaban los autobuses de la línea. Vi que volteó hacia donde estaban estacionados los autobuses y me dijo "no".

El viaje duró 9 horas y cacho. Regresé directo a trabajar. Pese a que en realidad no estaba de vacaciones, cuento esto como tales porque fue cerca de mis vacaciones, y fue una especie de respiro a la vida cotidiana.

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